sábado, 25 de febrero de 2017

Actividad Bloque 1

BLOQUE 1: La actividad práctica consiste en plantear una actividad de comunicación oral en gran grupo atendiendo a la edad de los alumnos y especificando el tratamiento que se le dará a toda la clase y, en especial, a dos niños: uno que no participa en los diálogos orales y otro que no respeta, no escucha y habla continuamente para imponer su punto de vista


Para este primer bloque he escogido el tema El Colegio: Qué me gusta y qué no. Partiendo de que la comunicación en grandes grupos o comunicaciones plurales son mediante lluvia de ideas, conversaciones, diálogos, entrevistas, debates o puestas en común, con esta actividad planteo una lluvia de ideas que genere en un debate. Es decir, en una lluvia de ideas hablaremos sobre lo que nos gusta o lo que no del cole para profundizar en aspectos importantes que vayan surgiendo mediante un debate.


La edad a la que va destinada esta actividad es de 6 – 7 años, es decir, primero de primaria. Según Piaget, un niño de esta edad es capaz de establecer diálogos y comunicación real. Con esta edad, los niños son capaces de decir lo que les gusta o no de forma verbal, establecer turnos y ajustarse a una serie de normas que permitan la comunicación. Les gusta ser escuchados y  que se tengan en cuenta sus opiniones. Los niños entre los 6 y los 10 años sienten la necesidad de ser reconocidos como personas, tanto dentro de la familia, como el ámbito escolar y de amigos.
A partir de los 6 años, el niño empieza a ser capaz de entrar en mayor contacto con la realidad y de reflexionar. La aceptación de la realidad trae como consecuencia una mayor tolerancia a la frustración. Ya no está tan inmerso en su mundo de fantasías y deseos y esto se aprecia en las explicaciones que da.

Por otro lado, los niño entre los 6 y los 10 años sienten la necesidad de ser reconocidos como personas, tanto dentro de la familia, como el ámbito escolar y de amigos. Hacerse un lugar entre los potros les permite a su vez descubrirse a sí mismos.

Desde la psicología evolutiva, el niño cambia de estadio (de preoperacional a operaciones concretas) dejará de ser tan egocéntrico y progresivamente abandonan la subjetividad que caracterizaba la etapa anterior. Esto provoca en el niño momentos de cierta ambivalencia y confusión, es decir, en algunos momentos quiere ser mayor y en otros su comportamiento correspondería más al de un bebé.

Es también en esta etapa cuando cambia de educación infantil a primaria, un cambio importante para ellos ya que ahora son “mayores” y, como tales, empiezan a tener responsabilidades, obligaciones y deberes que tendrá que aprender a cumplir y a respetar. Esta actividad estaría pensada durante la segunda evaluación, cuando el niño ha experimentado qué es primaria y cuáles son los cambios que tiene que dar, es decir, cuando debería haber concluido su proceso de adaptación.

Tenemos que tener en cuenta que y preguntar a los niños por:
  •      Cambio de clase o centro. Si la etapa de educación infantil se ha desarrollado en el mismo centro contamos con la ventaja de que los alumnos ya conocen sus funcionamiento e instalaciones (algunas de ellas). Preguntaremos por la nueva clase, por los nuevos espacios comunes como el patio, las clases de las distintas asignaturas, nuevos compañeros…
  •        Cambio de profesor: qué era lo que más les gustaba de su profesor de EI, lo que echan de menos, qué les gustaría volver a hacer…
  •         Materiales: Los materiales de Educación Infantil son más manipulativos, más variados y más lúdicos, mientras que en la Educación Primaria aparece un material curricular más especializado, más cerrado en cuanto a su uso y consistente sobre todo en libros de texto. Les preguntaremos por el libro de texto, lo que hemos aprendido, lo que más les ha gustado…
  •           Metodología: En Educación Infantil los principios de intervención educativa hacen referencia a un enfoque globalizador, que se lleva a cabo mediante el aprendizaje significativo, siempre teniendo en cuenta las características de los alumnos, su nivel madurativo, despertando el interés y la motivación, así como potenciando la creatividad y la socialización y respetando los ritmos individuales de cada uno. Todo ello dentro de un clima afectivo que les proporcione seguridad y confianza para ayudarles a comunicarse y teniendo como recurso el juego. En Educación Primaria se entenderá la organización de los contenidos en áreas, sin perjuicio del carácter global e integrador de la etapa. Preguntaremos a los niños qué les gustaba hacer en clase, si quieren hacer asamblea, si quieren espacio y tiempo para jugar en clase, si quieren seguir haciendo proyectos que hacían en EI como el protagonista de la semana, el libro viajero…

Teniendo en cuenta estas pautas, y conociendo a los alumnos que tenemos en clase, empezaremos con la actividad.

El contexto en el que se va a realizar es la propia clase. Dispondremos de dos sesiones, con posibilidad a tres, de treinta minutos. La primera sesión la utilizaremos para saber lo que más les gusta del cole y lo que no (evaluación inicial) mientras que la segunda debatiríamos sobre qué cambiar del cole, qué les gustaría hacer…



Para la primera sesión utilizaremos la PDI para poder escribir las respuestas de los niños y poder guardarlas. Sería preferible que los niños se sentaran en el suelo o alfombra frente a la pizarra. Esta distribución se usa muchísimo en Educación Infantil. Los niños la recordarán de su etapa anterior, estableciendo así una continuidad y unos preferentes. Lo mismo ocurre con la normas que se van a dar.

Las normas tienen que ser pocas, claras y concisas. Las recordaremos al inicio de cada sesión. Son:
  1. Todos tenemos que hablar. Todas las ideas valen.
  2. Debemos escuchar y respetar el turno sentados en el suelo
  3. Levantaremos la mano si queremos hablar y esperamos turno en silencio.
  4. No interrumpiremos a nuestros compañeros ni al profesor.
  5. Respetaremos las normas.


Una vez estemos seguros de que todos los niños conocen y han entendido las normas (sería conveniente dejarlas a la vista para recordarlas y escritas mediante grafías y pictogramas ya que en esta edad les cuesta leer), empezaremos con la sesión.

Comenzaremos preguntándoles qué les parece estar con los mayores en primaria, qué es lo que más les gusta y lo que menos, la diferencia entre primaria e infantil, qué echan de menos, el cambio de profesor, el cambio de clase, de horarios... Iremos anotando las respuestas de los niños en la pizarra.

Las preguntas clave, y donde más respuesta esperamos sacar, son:
  •        ¿Qué es lo que más/menos me gusta del colegio?
  •        Lo que más/menos me gustaba de educación infantil era…
  •        Lo que más/menos me gusta de mi clase
  •        Lo que más/menos me gusta de mi profe es…
  •        Lo que me gustaría/no me gustaría hacer en clase 

En la segunda sesión empezaríamos recordando las normas. También recordaremos qué hemos dicho en sesión anterior, extrayendo entre todos cuatro o ciento puntos de cada pregunta.  

Cuando tengamos esas cuatro o cinco respuestas de cada pregunta, iniciaríamos el debate con preguntas como ¿cómo puedo cambiar eso?, ¿lo puedo hacer en clase?, ¿Podemos aprender eso en clase?, ¿podemos utilizar eso en clase?, entre otras.

Por ejemplo:
  •            Lo que más me gustaba de EI era la asamblea ¿podemos hacer asamblea en clase?
  •            En EI aprendimos sobre los dinosaurios ¿podemos volver a estudiarlos?
  •            Lo que menos me gusta del cole es el comedor ¿cómo podemos cambiarlo?
  •            Echo de menos los cuentos de la profe de EI ¿podemos contar cuentos?
  •            Me gustaría poder hablar más en clase ¿Cómo podemos trabajarlo?

Finalizaremos la sesión poniéndonos todos de acuerdo en intentar trabajar en clase lo que hemos hablado y felicitándonos por nuestro trabajo.

¿Cómo vas a hacer partícipe al niño que no lo hace?

Lo primero que me planteo es por qué no participa. Puede ser timidez, que sea un niño nuevo en clase, que no sepa expresarse con claridad, que tenga algún problema en casa o a nivel escolar como mutismo selectivo, haya tenido un hermanito, padres separándose, un duelo… En el caso de que no participe ¿de forma general o con una conversación en particular? Puede que no le interese el tema, le aburra, no le guste… Supongamos, en este caso, que el niño no participa de forma general por vergüenza o timidez.

Todos alguna vez hemos tenido vergüenza. Con 6 – 7 años, los niños quieren encajar, quieren que se les tenga en cuenta, ser escuchados como mayores que son. Antes de realizar las preguntas, podemos dejarles medio minuto (pensar antes de hablar), por ejemplo, para que piensen en las respuestas. Iremos haciendo preguntas uno por uno, sin seguir un ritmo ya que generaría ansiedad, o podemos pedir voluntarios para contestar.

Cuando el niño conteste le pediremos, como a todos, que hable alto para que la clase le oiga y que esté tranquilo. Después de su repuesta reforzaremos positivamente su respuesta animándole a participar más veces. No forzaremos en ningún momento al niño, dejándole su tiempo para contestar y respaldándole.

¿Cómo vas a actuar con el niño que molesta continuamente?

Volviendo al primer párrafo del apartado anterior, tendríamos que preguntarnos el por qué molesta. Puede ser porque haya tenido un hermanito, sus padres estén separándose, los padres trabajen y este con los abuelos, quiera llamar la atención, se aburra, no entienda lo que tiene qué hacer o qué normas tiene que seguir, no haya completado el proceso de adaptación de forma correcta… Supongamos, en este caso, que tiene llamadas de atención porque le cuesta establecer comunicación en grupo, es decir, seguir normas.

En un principio empezaríamos recordándole las normas (por este motivo es una buena opción que estén a la vista).

Si la misma norma sigue generando conflictos por ejemplo, es la cuarta vez que le dices que hay que respetar el turno de palabra, optaría por quitarle el turno de palabra tres minutos. En el caso de que se levantase retiraría la atención, intentando mantener el flujo de conversación con los niños.

Si veo que continua el patrón, sigue sin hacer caso, procedería a hacer un juego. El niño que está generando conflictos, llamémosle A, se levanta y se tapa fuertemente los oídos (puedes pedirle que vaya al baño si hace trampa). A los demás niños les da la siguiente pauta:

“cuando A empiece a hablar, nosotros nos reímos y hablamos y no le hacemos caso”

Después pides al niño A que cuente lo que más le guste del cole (tema de conversación) y cuando A empiece a hablar el resto de los niños empezaran a reír y a hablar. Cuando más alto hable A, más alto hablaran los demás. Habrá un momento que A se harte. Ahí es cuando el maestro le dirá al niño que es lo que él hace y que si a él no le gusta, a los demás tampoco.

Si la conducta se repitiese, como última opción, pediría al niño que fuera al rincón del aburrimiento tantos minutos como años tiene el niño, es decir, 6 o 7 minutos.

Para evaluar la actividad utilizaré como recurso una lista de control modificada con los siguientes ítems:

Ítem
Si
No
Observaciones
Hablan todos en clase (participación activa)



Respetan turno de palabra



Levantan la mano



Permanecen sentados



Contestan a lo que se les pregunta



Controlan el volumen de la voz



Dialogan entre ellos



Hablan del tema dado



Se expresan de forma correcta (pronunciación, lenguaje y articulación)




Evaluación del maestro:

Lista de control modificada

Ítem
Si
No
Observaciones
Consigue que participen todos los niños



Mantiene el orden



Dispone de estrategias (silencio, motivación…)



Conserva la calma



Modera el debate




Webgrafía:

7 comentarios:

  1. Hola Luisa!
    Acabo de leer tu propuesta de actividad y me ha gustado mucho por varias razones: en primer lugar, por la introducción que haces en donde añades aportaciones de autores relevantes en el mundo de la educación como Piaget; en segundo lugar, el contexto de la actividad que lo has planteado de una forma minuciosa y, en tercer lugar, la evaluación que propones con las listas de control.
    Me parece un trabajo muy completo!
    Un saludo!

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    1. Hola:
      Muchísimas gracias por la valoración (me voy a poner colorada)
      Espero conocerte este sábado y agradecértelo en persona.
      Muchos besos

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    2. Bien, Rosa, pero lee mi comentario más abajo.

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  2. Hola Maria Luisa,
    Quería felicitarte por tu trabajo pero al terminar de leerlo, me surje una duda. Y es que no me queda claro la intervención que vas a realizar con el alumno que es tímido. Si no participa porque es tímido y no le gusta hablar en público... ¿Cómo esperas que te responda aunque le preguntes de manera aleatoria? Si es tímido, seguirá en sus trece y la situación se verá un poco forzada creo yo.
    Por otro lado, el juego que harías con el niño que molesta, ¿crees que se hartará? ¿y si se lo toma a gracia y lo hace para llamar la atención?

    Espero haberte ayudado un poco más con tu reflexión.
    Un saludo,
    María

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    1. Hola María:

      Gracias por tu contestación, me has ayudado.

      Con el niño tímido, mostrar un clima de seguridad y confianza es vital para que pueda expresarse. No soy partidaria de tratarle de forma diferente más bien que ese clima y esa confianza del alumno en el profesor y viceversa, hagan que el niño poco a poco vaya perdiendo esa vergüenza. Al principio hablara bajito o no hablara pero hablando con él, viendo él que sus opiniones son importantes y tenidas en cuenta, que sus compañeros también se equivocan y que es algo normal, poco a poco irá hablando. Incluso se pueden hacer dinámicas para perder la vergüenza. Por otro lado, al dejarles pensar les da tiempo para que preparen la respuesta que te van a dar y cómo lo van a decir.

      En cuanto al niño que molesta, caerá en el juego. Este juego lo he hecho en clase con niños de 5 – 6 años y créeme que caen. El niño cuando molesta es porque quiere ser el centro de atención y en este juego, por más que insista, no lo va a ser. Llegará un momento en que se enfade y ahí es cuando tiene que intervenir el profesor. Con esto no estoy diciendo que la actitud del niño cambie de forma radical, pero poco a poco consigues que hable cuando es su turno. Aunque insisto en la importancia de saber el por qué de esas llamadas de atención

      Muchas gracias por tu mensaje.

      Un saludo!!

      María Luisa

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    2. Buenas preguntas y buenas respuestas. Pero lo más importante es siempre procurar que las situaciones sean normalizadas y no tener que realizar acciones específicas si no es imprescindible.

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  3. La primera sesión de tu actividad no es realmente un diálogo en gran grupo. Se nota mucho que eres de Educación Infantil y tu planteamiento es más propio de una asamblea que de una comunicación social.

    En la asamblea, se parte de una cuestión y cada niño responde a ella aportando su opinión o su experiencia. Son mini-exposiciones individuales sucesivas. Pero no hay diálogo social real.

    No es que esté mal, pero debes dejarlo claro. Es como una lluvia de ideas que va a permitir establecer un diálogo grupal en la segunda sesión.

    La segunda sesión, sí que tiene buenas preguntas para comentar, debatir, consensuar... Pero para que realmente sea una actividad de diálogo en gran grupo y no una simple sucesión de argumentaciones individuales, debes asegurarte de que cada respuesta que se dé, sea comentada, debatida, completada... entre todo el grupo hasta que se agote, antes de pasar a una idea nueva. De esta forma, no hay solo emisores individuales y sucesivos sino verdadero diálogo social.
    Por ejemplo:
    "Lo que más me gustaba de EI era la asamblea ¿podemos hacer asamblea en clase?"
    Los niños levantan la mano y tú le das la palabra a uno que dice responde: "No, porque no tenemos alfombra."
    Tu siguiente pregunta, tiene que ser: "¿Qué os parece lo que dice fulanito?"... en lugar de "¿tú que piensas, menganito?"

    De ese modo puedes ir apuntando aquellas ideas que hayan alcanzado un consenso después de ser trabajadas y pulidas entre todos.

    Déjalo claro en tu actividad porque puede parecer una pequeñez, pero es lo que diferencia un monólogo compartido de un verdadero acto de comunicación social.

    La evaluación de los niños ha de ser individual. Necesitas llevar un registro de cada uno de ellos. La tabla de evaluación debe reflejar los aspectos en los que te vas a ir fijando durante la puesta en práctica de la actividad. La parte de lingüística (tu último ítem) tiene que estar desglosada porque, aunque los niveles social y pragmático son importantes, el lingüístico no lo es menos.

    Debes incluir también una tabla de autoevaluación para los niños, con los mismos ítems que tú vas a evaluar pero presentados de forma sencilla y con una descripción de niveles de consecución tipo: nunca-a veces-siempre o mas-regular-bien-muy bien. Cada vez se le da más importancia a hacer partícipes a los niños de sus aciertos y errores, de que tomen las riendas de su propio desarrollo de competencias. Para ello es importante que se autoevalúen y se pongan retos de aspectos a mejorar y potencien sus puntos fuertes.

    Incluye, además, una breve retroalimentación (oral y pública) para cada niño. Un punto débil para mejorar (solo uno cada vez) y un punto fuerte para reforzar y felicitar (uno solo también). De esta forma, ninguno se siente mal. Aunque los niños se autoevalúen, necesitan saber qué hacen bien y qué deben mejorar desde una perspectiva externa.

    Y, para ser del todo justa, pregunta también a los niños sobre la organización y desarrollo de la actividad para que te ayuden a autoevaluarte. Una autoevaluación personal siempre debe completarse con la evaluación del resto de los implicados.

    Si completas estas dos cuestiones, tu actividad será perfecta.

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